Juntos crearon hace ya 5 años el Festival Náutico SAIL IN de Bilbao. Con el proyecto ya consolidado en el plano internacional y convertido en cita indispensable para los amantes de la vela, decidieron dar un paso más y lanzar LADORSAL. Una revista en la que contar las aventuras de los más intrépidos navegantes y sus veleros. En la que transmitir los valores del mundo del mar, y transportarnos sobre las olas hasta lugares recónditos, a través de las más fantásticas de las singladuras y de grandes escritores como Joseph Conrad, Jack London o Pío Baroja.
Con su segundo volumen “Cosecha de viento limpio” ya publicado y disponible aquí en ilovepaper.co, entrevistamos a Alex Quintana, Juan Aramburu y Urtzi Sagarribay, el equipo editorial de esta singular publicación.
¿Qué significado tiene el mar para vosotros?
El mar es sinónimo de auténtica libertad. Es el lugar en el que realmente sale lo que cada uno de nosotros llevamos dentro. Ahí fuera estamos solos, a merced de esos elementos caprichosos, pero nobles siempre y cuando sepamos interpretar y respetar sus señales.
¿Quiénes formáis el equipo de LADORSAL?
El equipo editorial lo formamos nosotros tres, Alex Quintana, Juan Aramburu y Urtzi Sagarribay. Entre nosotros ideamos los contenidos, el formato y la línea editorial. A nuestro alrededor también contamos con grandes amigos y colaborador que sienten el proyecto tan suyo como nuestro, y que nos ayudan a sacarlo adelante.
¿Por qué decidisteis crear una revista como esta?
Siempre nos han gustado las publicaciones en papel; nos encanta su tacto, su olor y ese poder saborearlas poco a poco. Todos nosotros somos lectores asiduos de revistas de diferente índole, además de que algunos ya habíamos trabajado en proyectos editoriales. Uniendo eso a nuestra pasión por la navegación a vela y por querer hacer algo por difundirla, nació LADORSAL.
¿Qué es lo que buscabais con su publicación?
Queríamos crear una publicación que reflejara todas esas sensaciones que transmite el navegar; así como ayudar a difundir los auténticos valores de la navegación a vela. Valores que hablan de esfuerzo, de espíritu de superación y de trabajo en equipo, a través de una revista en la que contar historias de retos y de derrotas, de veleros, navegantes y de esos lugares a los que solo se puede acceder navegando. Sin olvidarnos tampoco de su potente fuerza visual. Hablamos de un entorno con una belleza estética que supone un auténtico caramelo gráfico. Algo muy difícil de obviar para aquellos que disfrutamos de la composición y la maquetación de una buena revista.
¿Estamos ante una publicación dirigida exclusivamente a los profesionales de la náutica?
No, no se trata de una revista técnica. El lector no necesita ser navegante para poder disfrutar de ella. Creemos que aquellos vinculados a la náutica al leerla se sentirán en un lugar conocido, y los que no, en uno que les gustaría conocer.
¿De dónde surgió la idea de emprender un proyecto como este?
LADORSAL nació bajo el paraguas de SAIL IN, el Festival dedicado a la cultura de la vela que organizamos en Bilbao, y que este 2019 celebrará ya su sexta edición. Es el propio Festival cosido con hilos.
¿Son proyectos que se complementan, o que caminan por separado?
Se complementan. Parte de los contenidos de LADORSAL son historias que han sido tratadas y presentadas en el propio Festival, pero cada número además cuenta con contenidos exclusivos. De este modo aunque cada volumen pueda servir como recordatorio de lo vivido durante las ediciones del SAIL IN, también permite descubrir nuevas historias, textos y personajes.
¿Hablamos de una publicación anual?
Sí, de momento es una publicación anual. En gran parte debido a la propia influenciada del Festival. No introducimos publicidad, por lo tanto dependemos de la aceptación del público para plantearnos modificar esa periodicidad. Sus contenidos también son atemporales, porque lo que buscamos lograr es principalmente que se disfrute. Por eso si en algún momento recortamos los tiempos, buscaremos respetar ese espacio entre un volumen y el siguiente. Ante todo queremos que se mantenga como hasta ahora, como una revista para leer y releer. De ida y vuelta, y no de consumo rápido.
El Festival parece contar con cierta repercusión ya en el ámbito internacional. ¿La revista pretende seguir esa senda, o va dirigida a un ámbito puramente nacional?
LADORSAL es un proyecto muy joven aún. De momento la publicación es únicamente en español, pero tampoco descartamos lanzarla en otro idioma. Al no existir ninguna publicación similar, creemos que tendría una muy buena acogida. Pero por ahora estamos viendo cómo crece. Vamos a ir poco a poco, milla a milla.
Y en cuanto al SAIL lN Festival, la verdad es que estamos muy contentos de la acogida y el buen ritmo que ha alcanzado en tan solo cinco ediciones. Fíjate que en este tiempo han pasado por Bilbao las figuras más importantes de la vela a nivel internacional, como François Gabart, Loïck Peyron, Sir Robin Knox-Johnston, Michel Desjoyeaux o Mike Birch; y los más importantes nombres nacionales, como Alex Pella, Xabi Fernández o Anna Corbella, por citar algunos. Es una alegría enorme poder ver cómo viven el Festival, cómo valoran el formato y cómo ellos se convierten en los propios embajadores de SAIL IN. Gracias a eso estamos comenzando a trabajar sobre la posibilidad de lanzar el formato en otros países; algo que no nos planteábamos cuando empezamos el proyecto.
Cualquiera que eche un vistazo al interior de uno de estos dos volúmenes ya publicados, verá que no estamos ante la tradicional “revista náutica”. ¿Por qué creéis que era necesaria una publicación como esta?
Las revistas náuticas tradicionales están más enfocadas a temas de noticias de actualidad, análisis técnicos y a las últimas novedades comerciales del sector. Eso deja poco espacio para poder tratar temas de una forma más pausada, y para recoger esas historias, personajes y vivencias que creemos tan inspiradoras y de carácter más atemporal. Hasta la llegada de LADORSAL no existía una publicación así.
Hablamos de una publicación diferente tanto en su contenido, como en su imagen. ¿El fondo y la forma son igualmente importantes?
Sin duda. De algún modo sentimos LADORSAL como un elegante velero de líneas clásicas, que aún no siendo el más rápido ni el más ágil, transmite mejor que ningún otro. Queremos que navegar en él sea sobre todo un gran placer. Que fuese una publicación atractiva en la forma, y profunda en su fondo. Cuidada en los detalles, y repleta de historias, imágenes y personajes que perduren en el tiempo.
El primer número se publicó bajo el título “Semilla al mar”, y este segundo lleva por nombre “Cosecha de viento limpio”. Nombres a cuál más poético. ¿A qué hacen referencia cada uno de ellos?
No es que cada uno aborde temas específicos, sino que ambos tratan del universo del mar y la navegación en todo su ámbito. Con los títulos lo que pretendemos es darles un contexto, un sentido al momento de su publicación. “Semilla al mar” por ejemplo hace referencia al propio nacimiento de la revista. Con ese primer número emprendíamos una nueva aventura editorial que queríamos que fuera creciendo con el tiempo. Estábamos plantando algo nuevo, y esa era nuestra semilla. En cuanto al segundo número, esa “cosecha de viento limpio” habla de los primeros brotes de aquella semilla. Ya tenemos los primeros frutos, creciendo en un viento limpio que es el que nos gusta para navegar.
Centrándonos un poco más en el contenido de la revista, ¿qué clases de temas buscáis abordar en ella?
Queremos ser como un puerto refugio donde amarrar esas historias sobre barcos, navegantes y singladuras que merecen ser contadas y recordadas. Y para ello no hemos dudado en contar con los grandes autores que han escrito sobre el mar y la navegación a vela, como Joseph Conrad, Jack London o Pío Baroja, por citar algunos.
¿Qué destacaríais especialmente del contenido de este segundo número?
Como ya sabes somos unos apasionados de la literatura en general, y de la del mundo de la navegación en particular. Por eso es un orgullo poder presentar en este segundo volumen un texto inédito en español del maestro Joseph Conrad. Un escrito en forma de memorándum, en el que el autor plasma todas sus experiencias como capitán durante los años dorados de los clippers de finales del siglo XIX. Otra parte que nos ha hecho especial ilusión es un resumen del cuaderno de bitácora de David Ruiz, alma mater del estudio Ruiz+Company, y que actualmente se encuentra embarcado en uno de los sueños de su vida: dar la vuelta al mundo en su velero Thor V. Y otra de nuestras debilidades de este número son las ilustraciones del pintor y navegante francés Marc P. G. Berthier. Pintor oficial de la Marina Francesa y navegante apasionado, suyas son las ilustraciones de la portada y la contraportada. Un personaje que merecería toda una publicación completa para él solo.
Entre el resto de protagonistas de este volumen nos encontramos a figuras como la del regatista francés Loïck Peyron o al legendario Mike Plant. ¿De qué manera resultan inspiradoras historias como las suyas?
Además de ser uno de los mejores navegantes del mundo, Loïck Peyron es un apasionado de la cultura de la vela. Un comunicador nato con un perfil muy en la línea de LADORSAL, que sabe trasmitir cercanía y alegría a cada momento. En este número nos trae un texto en el que nos cuenta de dónde surgió esa obsesión suya por los veleros y por navegar. Una pasión que le viene de niño, y que todavía conserva.
En cuanto a Mike Plant, la suya es una historia de superación y lucha muy poco conocida. La de un chico rebelde metido en un mundo conflictivo y de drogas, que llega a convertirse en el mejor navegante oceánico de los Estados Unidos. Su ejemplo ha servido de inspiración para muchos nuevos navegantes, y en este caso además es su propio sobrino quien nos cuenta su historia y nos habla sobre su misterioso final.
Otra de las protagonistas de este segundo número es Jessie Zevalkink. Quizás ella nos transporta a esa manera más lúdica y relajada de vivir el mar ¿no?
El viaje de Jessie por Estados Unidos es algo diferente a lo que estamos acostumbrados a leer sobre singladuras. Se trata de una excelente fotógrafa que cuando cumplió los 23 años decidió emprender, junto a su íntima amiga Katie, el mismo viaje en velero que había hecho su padre a su misma edad. Es la aventura de dos chicas jóvenes que se embarcan en un viaje de dos años en velero por la América profunda.
Para emprender viajes como el suyo, ¿es suficiente con ser un verdadero apasionado de la navegación, o lo que realmente importa es contar con recursos económicos que lo permitan?
Son más importantes la pasión y las ganas. Es cierto que para navegar hacen falta recursos, pero no más que para emprender otras aventuras. Hay que saber que es posible vivir grandes experiencias en la mar, y que para ello no es necesario contar con el mejor, ni con el más grande ni el más equipado de los barcos. Hemos tenido en el Festival muchos ejemplos de navegantes que han recorrido los mares en barco-stop, y nos han contado las increíbles aventuras de un modo de vida para el que no han sido necesarios apenas recursos. Solo querer vivir ese mundo, y decidirse a zarpar.
¿Qué diríais que es entonces necesario para emprender aventuras como la de Jessie Zevalkink?
Sobre todo querer hacerlo. Y pasión, decisión y esfuerzo. Hace unos años tuvimos de invitada en SAIL IN a Capuchine Trochet, una navegante francesa que estaba postrada en una cama de un hospital por culpa de una enfermedad rara. Sin barco propio, soñaba con surcar los mares. Al final, y no sin dificultades, logró salir del hospital y encontrar un pequeño velero que le cedieron para hacer un transporte desde Bangladesh a Europa. De ahí surgió la fuerza de una gran navegante que a día de hoy sigue surcando los mares.
¿Tienen o no tienen razón entonces aquellos que consideran este mundo como un refugio acotado y elitista?
En absoluto. Ese es el enfoque principal que se le da en los medios, pero a nada que te sumerges en el mundo de los navegantes y de los verdaderos apasionados de la vida en el mar, descubres que no hay un nivel social determinado. La pasión por navegar nos engancha a todos por igual. Lo que ocurre es lo mismo que en otros sectores y deportes, que si solo se muestra esa parte de quienes se permiten unos lujos al alcance de muy pocos, se transmite una imagen acotada y muy distorsionada de la realidad.
¿Esta es una percepción que se da a nivel internacional, o se agudiza dentro de nuestras fronteras?
Se agudiza aquí, dentro de nuestras fronteras. En otros países, como Francia o Inglaterra, el tratamiento que se la da a la náutica y a lo relativo al mar tiene otro enfoque. Eso se nota tanto en su tratamiento como deporte como en su legado histórico. Y no es que en otros países haya habido más historia náutica que aquí, porque precisamente somos un país de grandes navegantes, pero sí que intentan acentuar su parte cultural y ese valor económico que esta actividad trae consigo. En Francia por ejemplo, hasta la victoria de Eric Tabarly en la mítica Transat Inglesa de 1964 no le hacían demasiado caso a la náutica deportiva. Fue a partir de esa victoria y del tratamiento que le dio la prensa, cuando se generó toda una cultura y una actividad económica en el país alrededor de la náutica como deporte.
¿Diríais que sigue viva en nuestro país toda esa influencia de este mundo vinculado al mar, o la importancia que hoy se le otorga a nivel social y económico no hace justicia a nuestra historia y tradición marinera?
Tenemos una gran tradición histórica vinculada a este medio, a la que no se le hace justicia. Y no nos referimos exclusivamente a conquistas militares o batallas navales, sino también a aquellos marinos que se lanzaban al mar rumbo hacia lo desconocido, a los que construían navíos y a quienes desarrollaban tecnologías nunca vistas. España es además un país con más superficie de costa que países como Francia, y parece que vivamos de espaldas al mar; al menos en todo aquello que no hace referencia al turismo de playa. No se entiende que el desarrollo de esta cultura de mar también puede aportar un desarrollo económico, además de suponer una gran oportunidad para continuar con esa tradición marítima nuestra.
¿En qué estado diríais entonces que se encuentra nuestra cultura “marinera”?
Hoy en día hay muy poca cultura marítima, y la que existe suele limitarse a conceptos concretos y muy ligados al entorno local. Existen además apropiaciones muy sesgadas de la navegación en clave regional. Parece que lo que se pretende en ocasiones es olvidar, de manera consciente, parte de esa historia, limitándola y dirigiéndola hacia un discurso concreto. Hay que entender la cultura del mar de una manera universal, y es trabajo de todos defenderla.
No suele ser habitual que las publicaciones de hoy apuesten por incorporar un contenido literario de tan alto nivel como el que incluís en LADORSAL. ¿Notáis un cierto riesgo al apostar por él?
No creemos que sea un riesgo, sino más bien lo contrario. El riesgo sería no echar la vista atrás y no leer a nuestros clásicos. Grandes nombres de la literatura han estado ligados al mundo de la navegación, como Conrad, London, Melville, Maupassnat, Stevenson… Sin olvidar que ese subgénero de la literatura asociada a la navegación es algo que viene de muy antiguo, empezando por la Odisea de Ulises. Y eso no ha cambiado. Hoy en día es un tema que sigue proporcionándonos grandes relatos literarios.
Me comentabais que en este segundo número incluís un texto inédito en español de Joseph Conrad, al igual que en el anterior incluíais otro, igualmente inédito, de Jack London.
Es que son dos de nuestros escritores favoritos, y claros ejemplos de esa literatura marítima de la que hablábamos. Sus escritos han servido de inspiración para muchos, y aunque hay una gran cantidad de publicaciones con sus obras más conocidas, investigando hemos encontrado textos que hasta hoy no estaban traducidos al español. Ha sido un largo trabajo, pero nos sentimos orgullosos de haber sido capaces de encontrar artículos inéditos suyos, que además hablan exclusivamente del tema de la navegación a vela. Textos donde exponen sus experiencias y conocimientos en el arte de navegar, por lo que el valor de estos escritos para una publicación como la nuestra es enorme.
Este segundo número termina con una serie de fotografías de Xabier Aldazabal sobre navegantes que han pasado por el SAIL IN Festival. ¿Por qué decidisteis incluirlas?
Siempre nos han cautivado las miradas de la gente de mar. Esas a las que te asomas y puedes contemplar las miles de millas que han dejado atrás. Desde la primera edición, aprovechando la visita al Festival de las grandes figuras de la vela mundial, pensamos que sería una buena oportunidad para retratarlos y para que nos transmitieran con sus miradas esa energía que desprenden tras dedicar su vida a navegar. Estamos muy agradecidos a todos ellos por permitirnos hacerlo, y muy orgullosos del resultado conseguido por nuestro compañero Xabier Aldazabal.
“Hoy en día aun hay sitios en la tierra a los que solo se puede llegar desde el mar”, decía Albert Bargués, del que hablabais en el primer número. ¿Esa es parte de esa magia que todavía conserva el mundo de la náutica?
Sin duda. Siempre se siente una emoción especial al arribar a un nuevo puerto después de una singladura. Empezando por ese olor a tierra que se empieza a sentir a unas millas de la costa, y terminando con la satisfacción de amarrar el barco en puerto seguro. Incluso el llegar a lugares ya conocidos, el hacerlo por tierra o navegando cambia totalmente la percepción que tenemos de ellos.
A pesar de lo que nos cuentan, ¿el mundo sigue siendo un lugar muy grande repleto de rincones por descubrir?
Hay que recordar que el 70% de la superficie de la tierra está cubierta por mares y océanos. Y sí, ahí fuera tenemos miles de islas y de kilómetros de costa por explorar.
¿Cuál es ese último rincón que habéis descubierto?
No ha sido de forma física, pero sí hemos conocido historias recientes de gente navegando por las islas Hébridas, en Escocia. Un lugar increíble por lo que sabemos. Perfecto para perderse navegando entre sus fiordos.
¿Y a cuál os gustaría escaparos?
La verdad que la lista sería enorme (risas). Hay muchos lugares a los que nos gustaría llegar y conocer navegando. Tal vez por cercanía, nos gustaría perdernos por el mediterráneo. Pero sin prisas. Visitando sus islas más desconocidas y poco visitadas, hasta llegar tal vez a algún rincón del jónico, en Grecia, donde poder conocer nuevas historias y saborear toda la cultura de aquel lugar y de sus gentes.
¿Qué nuevas aventuras nos esperan en los próximos números de LADORSAL?
Nos gustaría seguir contado esas historias que transmiten las auténticas raíces de la vela. Queremos ser ese puerto refugio al que llegan nuestros lectores para descubrir con cada número, nuevas e increíbles historias. Un lugar desde el que propagar el mensaje de que debemos lanzarnos más a navegar.
LADORSAL: “La pasión por navegar nos engancha a todos”
Juntos crearon hace ya 5 años el Festival Náutico SAIL IN de Bilbao. Con el proyecto ya consolidado en el plano internacional y convertido en cita indispensable para los amantes de la vela, decidieron dar un paso más y lanzar LADORSAL. Una revista en la que contar las aventuras de los más intrépidos navegantes y sus veleros. En la que transmitir los valores del mundo del mar, y transportarnos sobre las olas hasta lugares recónditos, a través de las más fantásticas de las singladuras y de grandes escritores como Joseph Conrad, Jack London o Pío Baroja.
Con su segundo volumen “Cosecha de viento limpio” ya publicado y disponible aquí en ilovepaper.co, entrevistamos a Alex Quintana, Juan Aramburu y Urtzi Sagarribay, el equipo editorial de esta singular publicación.
¿Qué significado tiene el mar para vosotros?
El mar es sinónimo de auténtica libertad. Es el lugar en el que realmente sale lo que cada uno de nosotros llevamos dentro. Ahí fuera estamos solos, a merced de esos elementos caprichosos, pero nobles siempre y cuando sepamos interpretar y respetar sus señales.
¿Quiénes formáis el equipo de LADORSAL?
El equipo editorial lo formamos nosotros tres, Alex Quintana, Juan Aramburu y Urtzi Sagarribay. Entre nosotros ideamos los contenidos, el formato y la línea editorial. A nuestro alrededor también contamos con grandes amigos y colaborador que sienten el proyecto tan suyo como nuestro, y que nos ayudan a sacarlo adelante.
¿Por qué decidisteis crear una revista como esta?
Siempre nos han gustado las publicaciones en papel; nos encanta su tacto, su olor y ese poder saborearlas poco a poco. Todos nosotros somos lectores asiduos de revistas de diferente índole, además de que algunos ya habíamos trabajado en proyectos editoriales. Uniendo eso a nuestra pasión por la navegación a vela y por querer hacer algo por difundirla, nació LADORSAL.
¿Qué es lo que buscabais con su publicación?
Queríamos crear una publicación que reflejara todas esas sensaciones que transmite el navegar; así como ayudar a difundir los auténticos valores de la navegación a vela. Valores que hablan de esfuerzo, de espíritu de superación y de trabajo en equipo, a través de una revista en la que contar historias de retos y de derrotas, de veleros, navegantes y de esos lugares a los que solo se puede acceder navegando. Sin olvidarnos tampoco de su potente fuerza visual. Hablamos de un entorno con una belleza estética que supone un auténtico caramelo gráfico. Algo muy difícil de obviar para aquellos que disfrutamos de la composición y la maquetación de una buena revista.
¿Estamos ante una publicación dirigida exclusivamente a los profesionales de la náutica?
No, no se trata de una revista técnica. El lector no necesita ser navegante para poder disfrutar de ella. Creemos que aquellos vinculados a la náutica al leerla se sentirán en un lugar conocido, y los que no, en uno que les gustaría conocer.
¿De dónde surgió la idea de emprender un proyecto como este?
LADORSAL nació bajo el paraguas de SAIL IN, el Festival dedicado a la cultura de la vela que organizamos en Bilbao, y que este 2019 celebrará ya su sexta edición. Es el propio Festival cosido con hilos.
¿Son proyectos que se complementan, o que caminan por separado?
Se complementan. Parte de los contenidos de LADORSAL son historias que han sido tratadas y presentadas en el propio Festival, pero cada número además cuenta con contenidos exclusivos. De este modo aunque cada volumen pueda servir como recordatorio de lo vivido durante las ediciones del SAIL IN, también permite descubrir nuevas historias, textos y personajes.
¿Hablamos de una publicación anual?
Sí, de momento es una publicación anual. En gran parte debido a la propia influenciada del Festival. No introducimos publicidad, por lo tanto dependemos de la aceptación del público para plantearnos modificar esa periodicidad. Sus contenidos también son atemporales, porque lo que buscamos lograr es principalmente que se disfrute. Por eso si en algún momento recortamos los tiempos, buscaremos respetar ese espacio entre un volumen y el siguiente. Ante todo queremos que se mantenga como hasta ahora, como una revista para leer y releer. De ida y vuelta, y no de consumo rápido.
El Festival parece contar con cierta repercusión ya en el ámbito internacional. ¿La revista pretende seguir esa senda, o va dirigida a un ámbito puramente nacional?
LADORSAL es un proyecto muy joven aún. De momento la publicación es únicamente en español, pero tampoco descartamos lanzarla en otro idioma. Al no existir ninguna publicación similar, creemos que tendría una muy buena acogida. Pero por ahora estamos viendo cómo crece. Vamos a ir poco a poco, milla a milla.
Y en cuanto al SAIL lN Festival, la verdad es que estamos muy contentos de la acogida y el buen ritmo que ha alcanzado en tan solo cinco ediciones. Fíjate que en este tiempo han pasado por Bilbao las figuras más importantes de la vela a nivel internacional, como François Gabart, Loïck Peyron, Sir Robin Knox-Johnston, Michel Desjoyeaux o Mike Birch; y los más importantes nombres nacionales, como Alex Pella, Xabi Fernández o Anna Corbella, por citar algunos. Es una alegría enorme poder ver cómo viven el Festival, cómo valoran el formato y cómo ellos se convierten en los propios embajadores de SAIL IN. Gracias a eso estamos comenzando a trabajar sobre la posibilidad de lanzar el formato en otros países; algo que no nos planteábamos cuando empezamos el proyecto.
Cualquiera que eche un vistazo al interior de uno de estos dos volúmenes ya publicados, verá que no estamos ante la tradicional “revista náutica”. ¿Por qué creéis que era necesaria una publicación como esta?
Las revistas náuticas tradicionales están más enfocadas a temas de noticias de actualidad, análisis técnicos y a las últimas novedades comerciales del sector. Eso deja poco espacio para poder tratar temas de una forma más pausada, y para recoger esas historias, personajes y vivencias que creemos tan inspiradoras y de carácter más atemporal. Hasta la llegada de LADORSAL no existía una publicación así.
Hablamos de una publicación diferente tanto en su contenido, como en su imagen. ¿El fondo y la forma son igualmente importantes?
Sin duda. De algún modo sentimos LADORSAL como un elegante velero de líneas clásicas, que aún no siendo el más rápido ni el más ágil, transmite mejor que ningún otro. Queremos que navegar en él sea sobre todo un gran placer. Que fuese una publicación atractiva en la forma, y profunda en su fondo. Cuidada en los detalles, y repleta de historias, imágenes y personajes que perduren en el tiempo.
El primer número se publicó bajo el título “Semilla al mar”, y este segundo lleva por nombre “Cosecha de viento limpio”. Nombres a cuál más poético. ¿A qué hacen referencia cada uno de ellos?
No es que cada uno aborde temas específicos, sino que ambos tratan del universo del mar y la navegación en todo su ámbito. Con los títulos lo que pretendemos es darles un contexto, un sentido al momento de su publicación. “Semilla al mar” por ejemplo hace referencia al propio nacimiento de la revista. Con ese primer número emprendíamos una nueva aventura editorial que queríamos que fuera creciendo con el tiempo. Estábamos plantando algo nuevo, y esa era nuestra semilla. En cuanto al segundo número, esa “cosecha de viento limpio” habla de los primeros brotes de aquella semilla. Ya tenemos los primeros frutos, creciendo en un viento limpio que es el que nos gusta para navegar.
Centrándonos un poco más en el contenido de la revista, ¿qué clases de temas buscáis abordar en ella?
Queremos ser como un puerto refugio donde amarrar esas historias sobre barcos, navegantes y singladuras que merecen ser contadas y recordadas. Y para ello no hemos dudado en contar con los grandes autores que han escrito sobre el mar y la navegación a vela, como Joseph Conrad, Jack London o Pío Baroja, por citar algunos.
¿Qué destacaríais especialmente del contenido de este segundo número?
Como ya sabes somos unos apasionados de la literatura en general, y de la del mundo de la navegación en particular. Por eso es un orgullo poder presentar en este segundo volumen un texto inédito en español del maestro Joseph Conrad. Un escrito en forma de memorándum, en el que el autor plasma todas sus experiencias como capitán durante los años dorados de los clippers de finales del siglo XIX. Otra parte que nos ha hecho especial ilusión es un resumen del cuaderno de bitácora de David Ruiz, alma mater del estudio Ruiz+Company, y que actualmente se encuentra embarcado en uno de los sueños de su vida: dar la vuelta al mundo en su velero Thor V. Y otra de nuestras debilidades de este número son las ilustraciones del pintor y navegante francés Marc P. G. Berthier. Pintor oficial de la Marina Francesa y navegante apasionado, suyas son las ilustraciones de la portada y la contraportada. Un personaje que merecería toda una publicación completa para él solo.
Entre el resto de protagonistas de este volumen nos encontramos a figuras como la del regatista francés Loïck Peyron o al legendario Mike Plant. ¿De qué manera resultan inspiradoras historias como las suyas?
Además de ser uno de los mejores navegantes del mundo, Loïck Peyron es un apasionado de la cultura de la vela. Un comunicador nato con un perfil muy en la línea de LADORSAL, que sabe trasmitir cercanía y alegría a cada momento. En este número nos trae un texto en el que nos cuenta de dónde surgió esa obsesión suya por los veleros y por navegar. Una pasión que le viene de niño, y que todavía conserva.
En cuanto a Mike Plant, la suya es una historia de superación y lucha muy poco conocida. La de un chico rebelde metido en un mundo conflictivo y de drogas, que llega a convertirse en el mejor navegante oceánico de los Estados Unidos. Su ejemplo ha servido de inspiración para muchos nuevos navegantes, y en este caso además es su propio sobrino quien nos cuenta su historia y nos habla sobre su misterioso final.
Otra de las protagonistas de este segundo número es Jessie Zevalkink. Quizás ella nos transporta a esa manera más lúdica y relajada de vivir el mar ¿no?
El viaje de Jessie por Estados Unidos es algo diferente a lo que estamos acostumbrados a leer sobre singladuras. Se trata de una excelente fotógrafa que cuando cumplió los 23 años decidió emprender, junto a su íntima amiga Katie, el mismo viaje en velero que había hecho su padre a su misma edad. Es la aventura de dos chicas jóvenes que se embarcan en un viaje de dos años en velero por la América profunda.
Para emprender viajes como el suyo, ¿es suficiente con ser un verdadero apasionado de la navegación, o lo que realmente importa es contar con recursos económicos que lo permitan?
Son más importantes la pasión y las ganas. Es cierto que para navegar hacen falta recursos, pero no más que para emprender otras aventuras. Hay que saber que es posible vivir grandes experiencias en la mar, y que para ello no es necesario contar con el mejor, ni con el más grande ni el más equipado de los barcos. Hemos tenido en el Festival muchos ejemplos de navegantes que han recorrido los mares en barco-stop, y nos han contado las increíbles aventuras de un modo de vida para el que no han sido necesarios apenas recursos. Solo querer vivir ese mundo, y decidirse a zarpar.
¿Qué diríais que es entonces necesario para emprender aventuras como la de Jessie Zevalkink?
Sobre todo querer hacerlo. Y pasión, decisión y esfuerzo. Hace unos años tuvimos de invitada en SAIL IN a Capuchine Trochet, una navegante francesa que estaba postrada en una cama de un hospital por culpa de una enfermedad rara. Sin barco propio, soñaba con surcar los mares. Al final, y no sin dificultades, logró salir del hospital y encontrar un pequeño velero que le cedieron para hacer un transporte desde Bangladesh a Europa. De ahí surgió la fuerza de una gran navegante que a día de hoy sigue surcando los mares.
¿Tienen o no tienen razón entonces aquellos que consideran este mundo como un refugio acotado y elitista?
En absoluto. Ese es el enfoque principal que se le da en los medios, pero a nada que te sumerges en el mundo de los navegantes y de los verdaderos apasionados de la vida en el mar, descubres que no hay un nivel social determinado. La pasión por navegar nos engancha a todos por igual. Lo que ocurre es lo mismo que en otros sectores y deportes, que si solo se muestra esa parte de quienes se permiten unos lujos al alcance de muy pocos, se transmite una imagen acotada y muy distorsionada de la realidad.
¿Esta es una percepción que se da a nivel internacional, o se agudiza dentro de nuestras fronteras?
Se agudiza aquí, dentro de nuestras fronteras. En otros países, como Francia o Inglaterra, el tratamiento que se la da a la náutica y a lo relativo al mar tiene otro enfoque. Eso se nota tanto en su tratamiento como deporte como en su legado histórico. Y no es que en otros países haya habido más historia náutica que aquí, porque precisamente somos un país de grandes navegantes, pero sí que intentan acentuar su parte cultural y ese valor económico que esta actividad trae consigo. En Francia por ejemplo, hasta la victoria de Eric Tabarly en la mítica Transat Inglesa de 1964 no le hacían demasiado caso a la náutica deportiva. Fue a partir de esa victoria y del tratamiento que le dio la prensa, cuando se generó toda una cultura y una actividad económica en el país alrededor de la náutica como deporte.
¿Diríais que sigue viva en nuestro país toda esa influencia de este mundo vinculado al mar, o la importancia que hoy se le otorga a nivel social y económico no hace justicia a nuestra historia y tradición marinera?
Tenemos una gran tradición histórica vinculada a este medio, a la que no se le hace justicia. Y no nos referimos exclusivamente a conquistas militares o batallas navales, sino también a aquellos marinos que se lanzaban al mar rumbo hacia lo desconocido, a los que construían navíos y a quienes desarrollaban tecnologías nunca vistas. España es además un país con más superficie de costa que países como Francia, y parece que vivamos de espaldas al mar; al menos en todo aquello que no hace referencia al turismo de playa. No se entiende que el desarrollo de esta cultura de mar también puede aportar un desarrollo económico, además de suponer una gran oportunidad para continuar con esa tradición marítima nuestra.
¿En qué estado diríais entonces que se encuentra nuestra cultura “marinera”?
Hoy en día hay muy poca cultura marítima, y la que existe suele limitarse a conceptos concretos y muy ligados al entorno local. Existen además apropiaciones muy sesgadas de la navegación en clave regional. Parece que lo que se pretende en ocasiones es olvidar, de manera consciente, parte de esa historia, limitándola y dirigiéndola hacia un discurso concreto. Hay que entender la cultura del mar de una manera universal, y es trabajo de todos defenderla.
No suele ser habitual que las publicaciones de hoy apuesten por incorporar un contenido literario de tan alto nivel como el que incluís en LADORSAL. ¿Notáis un cierto riesgo al apostar por él?
No creemos que sea un riesgo, sino más bien lo contrario. El riesgo sería no echar la vista atrás y no leer a nuestros clásicos. Grandes nombres de la literatura han estado ligados al mundo de la navegación, como Conrad, London, Melville, Maupassnat, Stevenson… Sin olvidar que ese subgénero de la literatura asociada a la navegación es algo que viene de muy antiguo, empezando por la Odisea de Ulises. Y eso no ha cambiado. Hoy en día es un tema que sigue proporcionándonos grandes relatos literarios.
Me comentabais que en este segundo número incluís un texto inédito en español de Joseph Conrad, al igual que en el anterior incluíais otro, igualmente inédito, de Jack London.
Es que son dos de nuestros escritores favoritos, y claros ejemplos de esa literatura marítima de la que hablábamos. Sus escritos han servido de inspiración para muchos, y aunque hay una gran cantidad de publicaciones con sus obras más conocidas, investigando hemos encontrado textos que hasta hoy no estaban traducidos al español. Ha sido un largo trabajo, pero nos sentimos orgullosos de haber sido capaces de encontrar artículos inéditos suyos, que además hablan exclusivamente del tema de la navegación a vela. Textos donde exponen sus experiencias y conocimientos en el arte de navegar, por lo que el valor de estos escritos para una publicación como la nuestra es enorme.
Este segundo número termina con una serie de fotografías de Xabier Aldazabal sobre navegantes que han pasado por el SAIL IN Festival. ¿Por qué decidisteis incluirlas?
Siempre nos han cautivado las miradas de la gente de mar. Esas a las que te asomas y puedes contemplar las miles de millas que han dejado atrás. Desde la primera edición, aprovechando la visita al Festival de las grandes figuras de la vela mundial, pensamos que sería una buena oportunidad para retratarlos y para que nos transmitieran con sus miradas esa energía que desprenden tras dedicar su vida a navegar. Estamos muy agradecidos a todos ellos por permitirnos hacerlo, y muy orgullosos del resultado conseguido por nuestro compañero Xabier Aldazabal.
“Hoy en día aun hay sitios en la tierra a los que solo se puede llegar desde el mar”, decía Albert Bargués, del que hablabais en el primer número. ¿Esa es parte de esa magia que todavía conserva el mundo de la náutica?
Sin duda. Siempre se siente una emoción especial al arribar a un nuevo puerto después de una singladura. Empezando por ese olor a tierra que se empieza a sentir a unas millas de la costa, y terminando con la satisfacción de amarrar el barco en puerto seguro. Incluso el llegar a lugares ya conocidos, el hacerlo por tierra o navegando cambia totalmente la percepción que tenemos de ellos.
A pesar de lo que nos cuentan, ¿el mundo sigue siendo un lugar muy grande repleto de rincones por descubrir?
Hay que recordar que el 70% de la superficie de la tierra está cubierta por mares y océanos. Y sí, ahí fuera tenemos miles de islas y de kilómetros de costa por explorar.
¿Cuál es ese último rincón que habéis descubierto?
No ha sido de forma física, pero sí hemos conocido historias recientes de gente navegando por las islas Hébridas, en Escocia. Un lugar increíble por lo que sabemos. Perfecto para perderse navegando entre sus fiordos.
¿Y a cuál os gustaría escaparos?
La verdad que la lista sería enorme (risas). Hay muchos lugares a los que nos gustaría llegar y conocer navegando. Tal vez por cercanía, nos gustaría perdernos por el mediterráneo. Pero sin prisas. Visitando sus islas más desconocidas y poco visitadas, hasta llegar tal vez a algún rincón del jónico, en Grecia, donde poder conocer nuevas historias y saborear toda la cultura de aquel lugar y de sus gentes.
¿Qué nuevas aventuras nos esperan en los próximos números de LADORSAL?
Nos gustaría seguir contado esas historias que transmiten las auténticas raíces de la vela. Queremos ser ese puerto refugio al que llegan nuestros lectores para descubrir con cada número, nuevas e increíbles historias. Un lugar desde el que propagar el mensaje de que debemos lanzarnos más a navegar.
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