Buscando poner en valor la naturaleza reflexiva del arte en una época en la que lo que prima es, como ellos mismos lo denominan, el efecto “Wow!”, Adolfo Abejón y Albert Romagosa decidieron crear MELANCOLÍA. Una revista nacida con el objetivo de cuestionar los límites de la belleza, desde una perspectiva visual y entorno a temáticas que van de la arquitectura a la fotografía, la pintura o la escultura.
Hablamos con ellos del arte y sus disciplinas, de la creatividad y su vinculación con las Redes Sociales, y de todo lo que nos deparará el interior de este tercer y último volumen que acaban de terminar, y que disponemos en exclusiva para reservar en ilovepaper.co (primeros envíos a partir del 5 de septiembre).
Para quien todavía no os conozca, ¿cómo describiríais MELANCOLÍA?
Somos una revista impresa en la que damos cabida a todas las disciplinas artísticas y visuales.
¿Hablamos de una publicación anual, semestral…?
La periodicidad depende un poco de cada nuevo número, pero oscila al rededor de los 8 meses.
¿Hacia qué clase de público os queréis dirigir?
Nos dirigimos sobre todo a aquellas personas amantes del arte, y a quienes sienten esa especial atracción hacia lo creativo.
¿Cómo surgió la idea de crear la revista?
Debatiendo un día entre nosotros, llegamos a la conclusión de que la manera de mirar las revistas había cambiado. Hoy la gente lee menos, y consume cada vez más y más contenido visual. Al final decidimos lanzarnos a la piscina y crear una nueva publicación, MELANCOLÍA.
¿Quiénes estáis detrás de este proyecto?
El equipo lo formamos Adolfo Abejón, diseñador de producto, y Albert Romagosa, diseñador gráfico.
Vuestro primer número llegaba bajo el título: “Una revista en búsqueda de la belleza”. El segundo para “cuestionar los límites de la belleza en el arte”. ¿Con qué intenciones llega ahora este Tercer Volumen?
En realidad MELANCOLÍA es una revista que busca mantener una misma temática en todos sus números. Nuestra intención es que todos ellos compartan un mismo “tono”, por así decirlo. Un tono que nace del respeto hacia los propios artistas, y por supuesto hacia los lectores.
El subtítulo de aquel primer volumen nos encajaba a la perfección para poder anunciar las intenciones con las que decidimos crear la revista: Una publicación nacida para cuestionar los límites de la belleza en el arte. A partir de ahí, esa primera premisa sobre la “búsqueda de la belleza” debía evolucionar para adaptarse a la realidad de lo que serían los siguientes números.
¿Por qué creéis que era necesaria una publicación como esta?
Ahora mismo existe una gran presión ejercida desde las Redes Sociales y otras plataformas, que pensamos que impide el correcto desarrollo y evolución de la expresión artística de los creadores. Creemos que era necesaria una publicación como esta que se aleje de esa parte más wowista, y conecte con esa otra de carácter mucho más honesto.
¿Qué clase de temáticas artísticas buscáis abordar?
Queremos tratar sobre todas aquellas que se pueden explicar de manera visual, pero que también tienen un poso y una cierta profundidad.
Hablamos principalmente de temas relacionados con fotografía, pintura, arquitectura, ilustración… Acompañando cada parte de un texto que permite contextualizar e introducir la temática, invitando así al propio lector a que reflexione por sí mismo.
¿El valor artístico de lo literario, de la poesía por ejemplo, es algo que también abordáis desde la revista? ¿O os habéis querido centrar únicamente en esas manifestaciones artísticas más visuales que mencionabais?
Hemos querido centrarnos en esas artes visuales, porque creemos que es lo que mejor nos ayuda a construir esa experiencia de “deleite visual” que queremos que resulte de cada nuevo volumen de MELANCOLÍA.
Centrándonos ya en este último número, ¿qué nos espera en su interior?
En este Tercer Volumen encontraremos una sección principal dedicada a la arquitectura de Enric Miralles. También una serie de fotografías sobre el rincón de un hogar, piezas de pintura abstracta, una nueva narrativa visual creada a partir de imágenes encontradas, ilustraciones sobre la sociedad… Y como siempre, nuestro Ensayo Objetual.
Esa es una de las secciones más destacadas de cada número. En rasgos generales, ¿qué es lo que buscáis abordar en ella?
El Ensayo Objetual es nuestro playground. Una excusa para poder hacer una serie de objetos de un modo muy libre y muy experimental. En unas ocasiones lo que hemos querido primar ha sido el resultado final, y en otros el proceso o la idea que cada uno de estos objetos lleva detrás.
En el primer número hicisteis “Tres jarrones creados para la contemplación floral”, mientras que el segundo os sirvió para realizar una reinterpretación de la obra de Michael Swaney. ¿Qué veremos en este tercer ensayo?
En esta ocasión lo hemos versado entorno a la idea del diseño de supervivencia, como queriendo rendir un homenaje “experimental” a todos esos diseños que habitualmente se realizan con materiales pobres, con lo que puedes tener al alcance de la mano en momentos de necesidad, y pensados únicamente para ser usados durante unas pocas horas o días. Y desde luego, nada que ver con el DIY (risas).
¿Qué otras partes de ese contenido que descubriremos en este nuevo número destacaríais?
Nos ha impresionado mucho la serie de ilustraciones realizadas por Inés Maestre en exclusiva para este Tercer Volumen. También destacaríamos el trabajo titánico que ha hecho Anna Alejo para poder recoger la obra arquitectónica de Enric Miralles. Una labor que ha sido realmente espectacular.
¿Existe cierta evolución de los anteriores números a este?
¡Absolutamente! La revista está siempre en constante cambio. Cada número resulta una evolución respecto de los anteriores, pero siempre manteniendo esa coherencia y lenguaje propio a los que hacíamos referencia.
¿Cómo habéis organizado este último número?
Todos los volúmenes en realidad funcionan de la misma manera. Nacen primeramente de una estructura que formulamos entre nosotros, sobre la que posteriormente reflexionamos codo con codo con cada uno de los diferentes artistas que van a colaborar.
Nos gusta pensar en cada número como si de un pequeño acordeón se tratase, en el que se intercalan secciones largas y cortas, haciendo que de la propia revista rebosen grandes dosis de color y dinamismo.
¿Los temas que tratáis son generalmente temas que ya conocéis con cierta profundidad? ¿O MELANCOLÍA también resulta para vosotros un ejercicio de autoaprendizaje y de descubrimiento?
La verdad es que cada número que hemos desarrollado nos ha servido para aprender muchísimo. Gracias a la revista nos hemos despojado de muchos prejuicios, descubriendo una multitud de temas que desconocíamos por completo.
Y no solamente hablamos a nivel cultural, sino que el hecho de trabajar en la revista también nos ha ayudado a conectar mejor entre nosotros. A saber cuándo ceder, a discutir, a buscar cual debe ser la naturaleza de la siguiente pieza… A comprender que al final, estamos condenados a tener que entendernos (risas).
A la hora de seleccionar los contenidos de esas piezas que conforman el interior de cada nuevo volumen, ¿os inclináis hacia periodos del arte concretos, o esas intenciones con las que creasteis la revista permiten una visión más amplia capaz de recoger cualquier etapa de la Historia del Arte, desde el clasicismo hasta las vanguardias, o el arte contemporáneo?
Esa es precisamente la idea, que en MELANCOLÍA tengan cabida todas las épocas y todos los movimientos artísticos. Queremos pensar que podemos llegar a publicar incluso los garabatos de un niño pequeño, porque ¿por qué no?
Lo que precisamente perseguimos es cuestionar los límites de la belleza en el arte, partiendo de la base de que a lo largo de la historia el arte ha tomado distintos caminos, y ninguno de ellos es ni mejor ni peor.
Artísticamente hablando, ¿en qué momento creéis que nos encontramos?
Tenemos claro que nos encontramos en un momento en el que una gran parte de los artistas y creadores, sobre todo jóvenes, generan obras por y para las Redes Sociales. En ese contexto se pierde mucho tiempo pensando en cómo “petarlo”, en lugar de en buscar hacer una aportación realmente trascendente.
¿Creéis entonces que, independientemente de la temática, hoy en día priman los aspectos formales por encima del contenido de las obras y de su posible trasfondo reflexivo?
En ese sentido hay una polarización muy importante, de la que también depende un poco de los círculos que consultes o en los que círculos en los que te muevas. Puedes encontrarte con artistas que formalmente no valen nada, pero que sin embargo conceptualmente valen un imperio; y viceversa. También es algo que viene ocurriendo desde principios de todo el Siglo XX.
¿Termina por ahogar ese elemento “comercial” o “wowista” del que hablabais, los personalismos de aquellos artistas que puedan resultar ideológica y artísticamente más transgresores?
Todo eso nos evoca a un cierto sentimiento a déjà vu… Porque, ¿no resulta también hoy en día esa búsqueda por resultar “transgresor” algo que consideramos como “lo normal? ¿Existe ahora alguna transgresión que pueda resultar real?
Venimos precisamente de ese Siglo XX cargado de vanguardias y de “-ismos”, donde si por algo se caracterizaron artistas como Dalí o Picasso, fue por transgredir las normas de la tradición. ¿Qué norma pensáis que aquellos creadores intentarían subvertir hoy? ¿Contra qué se debería luchar en el ámbito artístico?
Quizás habría que revelarse contra el propio devenir de la “subversión”, buscando abrazar la cotidianidad, el silencio… Buscar la sonrisa por encima del ruido de la carcajada.
¿Creéis que todavía hay espacio para la reflexión?
Nosotros apostamos precisamente por eso, por la reflexión, la calma, la honestidad y el trabajo consciente. Siempre debe haber gente que reme contra corriente… (risas).
Hablabais de esa importancia que las Redes Sociales están adquiriendo en el entorno del arte y de lo creativo. ¿Qué pensáis que dice eso de nosotros como sociedad?
Al final las Redes Sociales son un reflejo del día a día de nuestra sociedad, o de lo que pretende ser, y hay que tomarlas como lo que son y lo que reflejan: el consumo rápido, la inmediatez, el efecto “Wow!”… Si eso está bien o mal es algo que debe decidir cada uno.
Nosotros creemos firmemente que al final el tiempo se encarga de poner cada cosa en su lugar, y de que el buen arte siempre llega a quienes lo buscan.
Una vez terminado este último número, ¿ya estáis poniendo en marcha el siguiente?
Eso es algo diríamos que inevitable… (risas). Antes incluso de haber terminado el anterior, ya estamos pensando en el siguiente. Al final una revista es una pieza viva, como tal busca evolucionar, y eso demanda constancia.
¿Qué le diríais a quién esté pensando en hacerse con este último número de MELANCOLÍA?
Que la compre y que suelte el móvil durante la lectura. Que vale la pena.
Adolfo Abejón y Albert Romagosa de MELANCOLÍA: “Se pierde mucho tiempo pensando en cómo ‘petarlo’ “
Buscando poner en valor la naturaleza reflexiva del arte en una época en la que lo que prima es, como ellos mismos lo denominan, el efecto “Wow!”, Adolfo Abejón y Albert Romagosa decidieron crear MELANCOLÍA. Una revista nacida con el objetivo de cuestionar los límites de la belleza, desde una perspectiva visual y entorno a temáticas que van de la arquitectura a la fotografía, la pintura o la escultura.
Hablamos con ellos del arte y sus disciplinas, de la creatividad y su vinculación con las Redes Sociales, y de todo lo que nos deparará el interior de este tercer y último volumen que acaban de terminar, y que disponemos en exclusiva para reservar en ilovepaper.co (primeros envíos a partir del 5 de septiembre).
Para quien todavía no os conozca, ¿cómo describiríais MELANCOLÍA?
Somos una revista impresa en la que damos cabida a todas las disciplinas artísticas y visuales.
¿Hablamos de una publicación anual, semestral…?
La periodicidad depende un poco de cada nuevo número, pero oscila al rededor de los 8 meses.
¿Hacia qué clase de público os queréis dirigir?
Nos dirigimos sobre todo a aquellas personas amantes del arte, y a quienes sienten esa especial atracción hacia lo creativo.
¿Cómo surgió la idea de crear la revista?
Debatiendo un día entre nosotros, llegamos a la conclusión de que la manera de mirar las revistas había cambiado. Hoy la gente lee menos, y consume cada vez más y más contenido visual. Al final decidimos lanzarnos a la piscina y crear una nueva publicación, MELANCOLÍA.
¿Quiénes estáis detrás de este proyecto?
El equipo lo formamos Adolfo Abejón, diseñador de producto, y Albert Romagosa, diseñador gráfico.
Vuestro primer número llegaba bajo el título: “Una revista en búsqueda de la belleza”. El segundo para “cuestionar los límites de la belleza en el arte”. ¿Con qué intenciones llega ahora este Tercer Volumen?
En realidad MELANCOLÍA es una revista que busca mantener una misma temática en todos sus números. Nuestra intención es que todos ellos compartan un mismo “tono”, por así decirlo. Un tono que nace del respeto hacia los propios artistas, y por supuesto hacia los lectores.
El subtítulo de aquel primer volumen nos encajaba a la perfección para poder anunciar las intenciones con las que decidimos crear la revista: Una publicación nacida para cuestionar los límites de la belleza en el arte. A partir de ahí, esa primera premisa sobre la “búsqueda de la belleza” debía evolucionar para adaptarse a la realidad de lo que serían los siguientes números.
¿Por qué creéis que era necesaria una publicación como esta?
Ahora mismo existe una gran presión ejercida desde las Redes Sociales y otras plataformas, que pensamos que impide el correcto desarrollo y evolución de la expresión artística de los creadores. Creemos que era necesaria una publicación como esta que se aleje de esa parte más wowista, y conecte con esa otra de carácter mucho más honesto.
¿Qué clase de temáticas artísticas buscáis abordar?
Queremos tratar sobre todas aquellas que se pueden explicar de manera visual, pero que también tienen un poso y una cierta profundidad.
Hablamos principalmente de temas relacionados con fotografía, pintura, arquitectura, ilustración… Acompañando cada parte de un texto que permite contextualizar e introducir la temática, invitando así al propio lector a que reflexione por sí mismo.
¿El valor artístico de lo literario, de la poesía por ejemplo, es algo que también abordáis desde la revista? ¿O os habéis querido centrar únicamente en esas manifestaciones artísticas más visuales que mencionabais?
Hemos querido centrarnos en esas artes visuales, porque creemos que es lo que mejor nos ayuda a construir esa experiencia de “deleite visual” que queremos que resulte de cada nuevo volumen de MELANCOLÍA.
Centrándonos ya en este último número, ¿qué nos espera en su interior?
En este Tercer Volumen encontraremos una sección principal dedicada a la arquitectura de Enric Miralles. También una serie de fotografías sobre el rincón de un hogar, piezas de pintura abstracta, una nueva narrativa visual creada a partir de imágenes encontradas, ilustraciones sobre la sociedad… Y como siempre, nuestro Ensayo Objetual.
Esa es una de las secciones más destacadas de cada número. En rasgos generales, ¿qué es lo que buscáis abordar en ella?
El Ensayo Objetual es nuestro playground. Una excusa para poder hacer una serie de objetos de un modo muy libre y muy experimental. En unas ocasiones lo que hemos querido primar ha sido el resultado final, y en otros el proceso o la idea que cada uno de estos objetos lleva detrás.
En el primer número hicisteis “Tres jarrones creados para la contemplación floral”, mientras que el segundo os sirvió para realizar una reinterpretación de la obra de Michael Swaney. ¿Qué veremos en este tercer ensayo?
En esta ocasión lo hemos versado entorno a la idea del diseño de supervivencia, como queriendo rendir un homenaje “experimental” a todos esos diseños que habitualmente se realizan con materiales pobres, con lo que puedes tener al alcance de la mano en momentos de necesidad, y pensados únicamente para ser usados durante unas pocas horas o días. Y desde luego, nada que ver con el DIY (risas).
¿Qué otras partes de ese contenido que descubriremos en este nuevo número destacaríais?
Nos ha impresionado mucho la serie de ilustraciones realizadas por Inés Maestre en exclusiva para este Tercer Volumen. También destacaríamos el trabajo titánico que ha hecho Anna Alejo para poder recoger la obra arquitectónica de Enric Miralles. Una labor que ha sido realmente espectacular.
¿Existe cierta evolución de los anteriores números a este?
¡Absolutamente! La revista está siempre en constante cambio. Cada número resulta una evolución respecto de los anteriores, pero siempre manteniendo esa coherencia y lenguaje propio a los que hacíamos referencia.
¿Cómo habéis organizado este último número?
Todos los volúmenes en realidad funcionan de la misma manera. Nacen primeramente de una estructura que formulamos entre nosotros, sobre la que posteriormente reflexionamos codo con codo con cada uno de los diferentes artistas que van a colaborar.
Nos gusta pensar en cada número como si de un pequeño acordeón se tratase, en el que se intercalan secciones largas y cortas, haciendo que de la propia revista rebosen grandes dosis de color y dinamismo.
¿Los temas que tratáis son generalmente temas que ya conocéis con cierta profundidad? ¿O MELANCOLÍA también resulta para vosotros un ejercicio de autoaprendizaje y de descubrimiento?
La verdad es que cada número que hemos desarrollado nos ha servido para aprender muchísimo. Gracias a la revista nos hemos despojado de muchos prejuicios, descubriendo una multitud de temas que desconocíamos por completo.
Y no solamente hablamos a nivel cultural, sino que el hecho de trabajar en la revista también nos ha ayudado a conectar mejor entre nosotros. A saber cuándo ceder, a discutir, a buscar cual debe ser la naturaleza de la siguiente pieza… A comprender que al final, estamos condenados a tener que entendernos (risas).
A la hora de seleccionar los contenidos de esas piezas que conforman el interior de cada nuevo volumen, ¿os inclináis hacia periodos del arte concretos, o esas intenciones con las que creasteis la revista permiten una visión más amplia capaz de recoger cualquier etapa de la Historia del Arte, desde el clasicismo hasta las vanguardias, o el arte contemporáneo?
Esa es precisamente la idea, que en MELANCOLÍA tengan cabida todas las épocas y todos los movimientos artísticos. Queremos pensar que podemos llegar a publicar incluso los garabatos de un niño pequeño, porque ¿por qué no?
Lo que precisamente perseguimos es cuestionar los límites de la belleza en el arte, partiendo de la base de que a lo largo de la historia el arte ha tomado distintos caminos, y ninguno de ellos es ni mejor ni peor.
Artísticamente hablando, ¿en qué momento creéis que nos encontramos?
Tenemos claro que nos encontramos en un momento en el que una gran parte de los artistas y creadores, sobre todo jóvenes, generan obras por y para las Redes Sociales. En ese contexto se pierde mucho tiempo pensando en cómo “petarlo”, en lugar de en buscar hacer una aportación realmente trascendente.
¿Creéis entonces que, independientemente de la temática, hoy en día priman los aspectos formales por encima del contenido de las obras y de su posible trasfondo reflexivo?
En ese sentido hay una polarización muy importante, de la que también depende un poco de los círculos que consultes o en los que círculos en los que te muevas. Puedes encontrarte con artistas que formalmente no valen nada, pero que sin embargo conceptualmente valen un imperio; y viceversa. También es algo que viene ocurriendo desde principios de todo el Siglo XX.
¿Termina por ahogar ese elemento “comercial” o “wowista” del que hablabais, los personalismos de aquellos artistas que puedan resultar ideológica y artísticamente más transgresores?
Todo eso nos evoca a un cierto sentimiento a déjà vu… Porque, ¿no resulta también hoy en día esa búsqueda por resultar “transgresor” algo que consideramos como “lo normal? ¿Existe ahora alguna transgresión que pueda resultar real?
Venimos precisamente de ese Siglo XX cargado de vanguardias y de “-ismos”, donde si por algo se caracterizaron artistas como Dalí o Picasso, fue por transgredir las normas de la tradición. ¿Qué norma pensáis que aquellos creadores intentarían subvertir hoy? ¿Contra qué se debería luchar en el ámbito artístico?
Quizás habría que revelarse contra el propio devenir de la “subversión”, buscando abrazar la cotidianidad, el silencio… Buscar la sonrisa por encima del ruido de la carcajada.
¿Creéis que todavía hay espacio para la reflexión?
Nosotros apostamos precisamente por eso, por la reflexión, la calma, la honestidad y el trabajo consciente. Siempre debe haber gente que reme contra corriente… (risas).
Hablabais de esa importancia que las Redes Sociales están adquiriendo en el entorno del arte y de lo creativo. ¿Qué pensáis que dice eso de nosotros como sociedad?
Al final las Redes Sociales son un reflejo del día a día de nuestra sociedad, o de lo que pretende ser, y hay que tomarlas como lo que son y lo que reflejan: el consumo rápido, la inmediatez, el efecto “Wow!”… Si eso está bien o mal es algo que debe decidir cada uno.
Nosotros creemos firmemente que al final el tiempo se encarga de poner cada cosa en su lugar, y de que el buen arte siempre llega a quienes lo buscan.
Una vez terminado este último número, ¿ya estáis poniendo en marcha el siguiente?
Eso es algo diríamos que inevitable… (risas). Antes incluso de haber terminado el anterior, ya estamos pensando en el siguiente. Al final una revista es una pieza viva, como tal busca evolucionar, y eso demanda constancia.
¿Qué le diríais a quién esté pensando en hacerse con este último número de MELANCOLÍA?
Que la compre y que suelte el móvil durante la lectura. Que vale la pena.
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